GUIÓN DEL TUTOR/A. FRUSTRACIÓN (Q.3º-4ºEP)
TÍTULO: El hada que perdió sus alas
OBJETIVOS:
-
Cambiar
la manera de ver los fracasos
-
Cambiar
el fracaso por algo positivo
-
Controlar
la rabia ante el fracaso
DESARROLLO:
Leer el
cuento en la pizarra digital
Trabajar las
siguientes preguntas en clase.
- ¿Cómo perdió Iris sus alas?
- ¿Qué le pasó al
perderlas?
- ¿Cómo se sentía Iris?
- ¿Quién y cómo la ayudó
a que sus alas volviesen a crecer?
- ¿Cómo subió a los
árboles?
- Piensa alguna ocasión
en la que te hayas hecho daño, tanto físico como emocional.
¿Qué hiciste?
¿Cómo te sentiste?
¿Cómo te recuperaste?
¿Quién te ayudó?
MATERIAL:
Pizarra digital
TEMPORALIZACIÓN:
1 sesión
EL HADA QUE PERDIÓ SUS ALAS
Hace ya algún tiempo, justo donde empiezan
los arcoíris, vivía un hada pequeñita, llena de energía y de magia contagiosa,
a la que todos llamaban Iris. Tenía grandes y brillantes alas, transparentes
como el agua, brillantes como el cristal.
Sus alas le dotaban de magia, le llenaban de energía. Siempre sonriente, contagiaba a todos su entusiasmo y les aportaba su magia. Llenaba de alegría y magia las vidas de las personas, coloreaba con los colores del arco iris los tonos grises de quienes se cruzaban en su camino.
Pero un día Iris, el hada pequeñita,
visualizo un alto, altísimo árbol. Nunca había visto ninguno tan alto. Iris
tuvo una gran idea: si se subía a aquel altísimo árbol, podría ver con
sus ojos grandes extensiones a su alrededor, y tal vez podría extender la magia
de sus alas.
Poquito a poquito y con mucho empeño e ilusión, Iris subió a lo alto del árbol. Mucho esfuerzo le costó subir, pero llego a las ramas más altas. Cuando estaba allí subida, Iris olvido tener cuidado y sin darse cuenta se le engancho el pie en una de las ramas, con tan mala suerte que cayó desde lo alto del árbol al suelo. Mientras caía intento mover sus alas para volar, pero aun así no pudo evitar el impacto.
El
hada pequeñita de grandes y brillantes alas, transparentes como el agua,
brillantes como el cristal, cayó desde varios metros y el impacto fue tan grande
que sus alas grandes y brillantes se le rompieron.
Iris,
el hada pequeñita había perdido su magia, sin sus alas ya no tenía ni magia, ni
energía, ya no podía llenar de alegría y magia las vidas de las personas, ni
colorear con los colores del arco iris los tonos grises de quienes se cruzaban
en su camino.
Y así fue como el hada pequeñita perdió su magia y su energía; así fue, de esta manera como Iris perdió sus alas. Iris estaba muy triste, cuando intentaba mover sus alas un crujido sonaba, y le dolía lo poco que le quedaba de aquellas grandes y brillantes alas.
Iris estaba triste y ahora también tenía mucho miedo de subirse a los árboles. Sin sus alas no podía volar y por supuesto no tenía magia.
Pasaron varios días y nadie podía ayudar a Iris. Hasta que se cruzó en su camino un duende con un sombrero rojo. Su amigo el duende tuvo mucha paciencia con ella, le dio mucho cariño y muchos abrazos y de esta forma, casi sin que ninguno de los dos se diera cuenta, las alas de la pequeña hada empezaron a crearse de nuevo.
Lo único que necesitaba, para que sus alas volvieran a crecer, era cariño y abrazos. Poquito a poquito se le empezaron a formar unas alas, mucho más grandes, mucho más brillantes, transparentes como el agua, brillantes como el cristal y... por supuesto, con mucha más magia que antes. Pero ellos apenas se habían dado cuenta, Iris no quería sentir dolor y ya no intentaba mover sus alas, no quería escuchar aquel crujido que tantas veces había oído.
Una tarde, sin darse cuenta, mientras reía con su amigo, el duende del sombrero rojo, sus alas se desplegaron y se movieron, desprendiendo luz y color, llenándolo todo de magia, contagiando de nuevo a todos su entusiasmo; llenando de alegría y magia las vidas de las personas, coloreando con los colores del arco iris los tonos grises de quienes se cruzaban en su camino.
Poco tiempo después, con ayuda de su amigo, el duende del gorro rojo, volvió a subir a un árbol alto, muy alto, pero esta vez no olvido tener cuidado.
Y así fue como el hada pequeñita perdió su magia y su energía; así fue, de esta manera como Iris perdió sus alas. Iris estaba muy triste, cuando intentaba mover sus alas un crujido sonaba, y le dolía lo poco que le quedaba de aquellas grandes y brillantes alas.
Iris estaba triste y ahora también tenía mucho miedo de subirse a los árboles. Sin sus alas no podía volar y por supuesto no tenía magia.
Pasaron varios días y nadie podía ayudar a Iris. Hasta que se cruzó en su camino un duende con un sombrero rojo. Su amigo el duende tuvo mucha paciencia con ella, le dio mucho cariño y muchos abrazos y de esta forma, casi sin que ninguno de los dos se diera cuenta, las alas de la pequeña hada empezaron a crearse de nuevo.
Lo único que necesitaba, para que sus alas volvieran a crecer, era cariño y abrazos. Poquito a poquito se le empezaron a formar unas alas, mucho más grandes, mucho más brillantes, transparentes como el agua, brillantes como el cristal y... por supuesto, con mucha más magia que antes. Pero ellos apenas se habían dado cuenta, Iris no quería sentir dolor y ya no intentaba mover sus alas, no quería escuchar aquel crujido que tantas veces había oído.
Una tarde, sin darse cuenta, mientras reía con su amigo, el duende del sombrero rojo, sus alas se desplegaron y se movieron, desprendiendo luz y color, llenándolo todo de magia, contagiando de nuevo a todos su entusiasmo; llenando de alegría y magia las vidas de las personas, coloreando con los colores del arco iris los tonos grises de quienes se cruzaban en su camino.
Poco tiempo después, con ayuda de su amigo, el duende del gorro rojo, volvió a subir a un árbol alto, muy alto, pero esta vez no olvido tener cuidado.
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